Una luz en las tinieblas

Una luz en las tinieblas

TESTIMONIO ENFERMERO

Trini López, del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, comparte su vivencia junto a Sergio, un paciente de origen ucraniano trasplantado durante el comienzo de la guerra en su país.

Sergiy, aunque prefieren que le llamen Sergio, tiene 53 años, es de origen ucraniano, y hace 18 años se trasladó junto a su mujer desde Kiev a Sevilla. La madrugada del 2 de marzo recibió la ansiada llamada: había llegado el momento de someterse a un trasplante de riñón. “Llamaron a mi casa por teléfono, muy tarde por la noche, y me dijeron que había un riñón para mí. Era un milagro. Hablé con mi mujer y tan rápido como pudimos fuimos para el hospital”, recuerda Sergio.

Tras más de un año en diálisis, un hilo de esperanza se abría camino para él. Una felicidad solamente ensombrecida por la guerra que días antes había estallado en su país natal. 

Trini López, enfermera de la Unidad de Trasplante Renal del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, fue parte del personal encargado de acompañar a Sergio durante el proceso previo del trasplante: “Cuando le estábamos haciendo la valoración a Sergio, él verbalizó que estaba viviendo la guerra muy directamente porque en la capital de Ucrania estaban su hija y su nieto de dos años refugiadas en el sótano de una vivienda. En esa situación, además de preparar físicamente al paciente, también tienes que tener en cuenta su estado emocional, porque ante la euforia y el impacto de ser llamado para un trasplante, también se le mezclaban sentimientos de rabia y tristeza por su situación familiar”.

Debido a la diálisis y a la pandemia, Sergio y su mujer llevaban dos años sin ver a su hija y a su nieto. Trini, junto al resto del personal sanitario, se encargaron de transmitir tranquilidad a Sergio en un momento tan complicado: “Nos preocupamos de que fuera al quirófano relajado, porque además del miedo que podía tener por la propia operación, también estaba la intranquilidad de saber que su hija estaba pasando un momento dramático”.

Trini relata cómo en ese momento el reto enfermero se centró en que Sergio se focalizase en él, porque el objetivo era que el trasplante fuera satisfactorio y evitar que se desbordara emocionalmente por su situación familiar o que llegara a pensar que no se podía trasplantar por lo que le estaba ocurriendo: “Aquí lo importante es escuchar y que los pacientes se desahoguen. Segio y su mujer tenían sensación de derrota y rabia por el conflicto bélico, él más que ella. Le indicábamos que cuando tuviera un pensamiento trágico como es la guerra, lo cambiara por una cosa positiva. También en ese momento, le explicamos que el objetivo principal era vivir más años y de una forma más satisfactoria”.

Durante todo el proceso, junto a Sergio estuvo Silvana, su mujer y uno de los principales pilares para ayudarle en este proceso: “La compañía de una persona cercana es fundamental y su mujer estuvo junto a él en todo momento, ayudando incluso al equipo sanitario en el aseo y preparación de Sergio”, recuerda Trini. Silvana fue testigo directo de la primera reacción de su marido al despertar de la cirugía: “Lo primero que dijo fue que estaba feliz, porque no tenía que volver a diálisis. Si está feliz él, estoy feliz yo, porque somos matrimonio”. Un matrimonio de más de 20 años que tuvo que hacer frente a la angustia de saber que el mismo día del trasplante, la hija de ambos y su nieto, junto a la hermana y la sobrina de Silvana, abandonaban su refugio en Kiev para dirigirse hacia Polonia: “Toda mi familia vive en la capital. Lloro por Ucrania y a la vez, aquí estoy feliz en España por el trasplante de mi marido”.

Durante el postoperatorio, Sergio recordaba la recepción de su nuevo riñón destacando la labor de todo el equipo sanitario: “La atención que me han dado es increíble, me han tratado como si fuera un hijo. Había dos riñones y uno fue para mí, que llegó como un milagro y me ha dado una nueva vida. El riñón venía de Huelva y ahora tengo una parte de España dentro de mí”.

Un trasplante que Trini define como uno de los más exitosos que han tenido: “Como decimos, fue de libro, porque la recuperación ha sido rápida y favorable. Al séptimo día ya le habíamos retirado la sonda”.

A los 14 días de recibir el riñón, Sergio abandonó el hospital y se dirigió a su casa. Empezaba una nueva vida junto a su mujer y además, junto a su hija y su nieta, que finalmente tuvieron la fortuna de poder trasladarse hasta Sevilla y reencontrase con él.